"Espejos", de Eduardo Galeano

Los espejos están llenos de gente.
Los invisibles nos ven.
Los olvidados nos recuerdan.
Cuando nos vemos, los vemos.
Cuando nos vamos ¿se van?

Así reza la contraportada de este libro que mi buen amigo José María me ha dejado hace poco y que estoy a punto de acabar. En él, el uruguayo Eduardo Galeano repasa hechos históricos y mitos desde la prehistoria hasta la actualidad en brevísimos capítulos (hasta tres por página) redactados con pinceladas, frases cortas, y buscando la reflexión por parte del lector.

La otra media carica está por detrás y si intentas verla entera, te cargas las pastas.

"Espejos" se vende como una historia casi universal. El "casi" no sólo hace referencia a hechos que puedan haberse quedado en el tintero, sino al partido que toma el autor en la redacción de las historias desde el principio. Desde la óptica de alguien que aborrece el racismo, el machismo, el catolicismo y los imperialismos (entre otros "ismos"), esta lectura pretende remover conciencias frente a la búsqueda del rigor y la asepsia de los ensayos históricos. También da voz y nombre a algunos personajes importantes a los que la historia tradicional relegó a papeles de extras.

Otros personajes, ensalzados por los historiadores occidentales como notables y/o heróicos, caen desde la perspectiva moderna de Galeano: santos y santas, reyes y reinas, emperadores, filósofos... El libro describe hechos que justifican el varapalo que propina a fanáticos políticos y religiosos.

La conquista del mundo por parte de Europa copa un buen número de capítulos. Mientras que en nuestro continente lamentamos continuamente los horrores de los genocidios en los campos de concentración en la Segunda Guerra Mundial, Galeano nos recuerda que a lo largo de la historia han sucedido hechos igualmente aborrecibles contra americanos, africanos, oceánicos y asiáticos, por los que nuestros libros pasan de puntillas, puede que por vergüenza.

Pero no es absolutamente negativa la postura de Galeano: uno de los temas más destacados en el libro es la reivindicación de la importancia de la mujer en la historia de la humanidad, y de cómo se le ha silenciado e incluso robado todo el mérito en acontecimientos clave.

Tenemos un claro ejemplo del estilo narrativo en su capítulo "Fundación de la Universidad":

En la época colonial, las familias brasileñas que podían darse ese lujo mandaban a sus hijos a estudiar a la Universidad de Coimbra, en Portugal.
Después, hubo en Brasil algunas escuelas para formar doctores en derecho o en medicina: pocos doctores, porque pocos eran sus posibles clientes en un país donde muchos eran los que no tenían ningún derecho, ni más medicina que la muerte.
Universidad, no había.
Pero en 1922, el rey belga Leopoldo III anunció su visita al país y tan augusta presencia merecía el título de doctor honoris causa, que sólo la institución universitaria podía otorgar. 
Para eso nació la Universidad. Fue inventada de apuro, en la casona que ocupaba el Instituto Imperial de Ciegos. Lamentablemente, no hubo más remedio que echar a los ciegos.
Y así Brasil, que debe a los negros lo mejor de su música, su fútbol, su comida y su alegría, pudo doctorar a un rey cuyo único mérito era ser el heredero de una familia especializada en el exterminio de negros en el Congo.

En definitiva, un libro muy recomendable para todo el mundo.

Un saludo en papel satinado.

2 comentarios: (Comenta)

Capitán Brannigan dijo...

Me alegra que te haya gustado tanto el libro,es una de esas joyas literarias que pasan desapercibidas entre la maquinaria publicitaria asociada a los "best sellers".Su éxito ha radicado en el boca a boca y no en la inversión millonaria de los grandes grupos editoriales.

Miguel Carrillo dijo...

Pues a ver si quedamos y te lo devuelvo. Ahora estoy con "After Dark", de Murakami. Ya te contaré.

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